
Hace diez mil años nuestros antepasados cazadores-recolectores dejaron atrás el nomadismo y se transformaron en agricultores. Más recientemente, la revolución industrial alumbró fábricas que los transformaron en obreros o en patrones, y que determinó la organización social que llega hasta nuestros días.
Esos procesos tuvieron un mismo elemento fundante: el conocimiento y el desarrollo de tecnologías que posibilitaron los cambios que modificaron profundamente la cultura, la organización y quizás hasta el destino de la especie.
La Humanidad transita un nuevo proceso revolucionario de consecuencias imprevisibles. Las ideas vigentes no alcanzan para interpretar una realidad que se complejiza, acelera sus procesos de cambio, impacta en el ambiente y pone en riesgo la continuidad de la vida en el planeta.
Una sombra de incertidumbre oscurece la ilusión de futuro brillante montado en el progreso tecnológico irrestricto: desaparición del trabajo, crisis ambiental, concentración económica y financiera, gobiernos represivos, pobreza generalizada, conflictividad bélica creciente.
Se consolida un poder global de características inéditas, apalancado por un nuevo recurso estratégico: el dominio de tecnologías que posibilitan la apropiación y acumulación sistemática e instantánea de información y de conocimientos, a través de algoritmos capaces de aprender y modificarse sin intervención humana.
El papa Francisco advirtió a los líderes del G7 y a todos nosotros: “El paradigma tecnológico encarnado por la inteligencia artificial corre el riesgo de dar paso a un paradigma mucho más peligroso, que ya he identificado con el nombre de ‘paradigma tecnocrático’ ”.
Se trata de un recurso que no está en manos de ningún país, sino de unos pocos multimillonarios tecnológicos: Elon Musk, Mark Zuckerberg, Peter Thiel y Alex Karp entre otros, son dueños de empresas supranacionales que expresan un poder que no se basa ni se somete a ningún sistema político preexistente, y que detentan de hecho la posibilidad de manejar la realidad a través de esta apropiación tecnológica.
Desde la perspectiva latinoamericana, este nuevo escenario global nos plantea interrogantes que debemos resolver antes que otros lo hagan por nosotros ¿Cuáles son las tecnologías convenientes para nuestra región? ¿Cuáles las consecuencias que traerá el uso de la inteligencia artificial en la gestión de nuestros estados? ¿Cuál es el camino para un desarrollo tecnológico que neutralice el avance del poder tecnocrático?
En esta jornada tratamos de buscar respuestas que ayuden a encontrar un camino que renueve la esperanza en un futuro con trabajo y alegría por vivir.